LA TEMPLANZA, es la capacidad que tiene un individuo de controlarse o de equilibrar sus acciones y emociones.
El dominio propio se contrasta con la conducta destructora y desordenada.
Dios le ha dado al creyente un espíritu de dominio propio para que este regule su conducta moral.
Permítale al Espíritu Santo que cada día moldee su vida y lo haga firme y sin fluctuar frente a cualquier emoción o tentación del infierno.
¡VIVA DIOS Y VIVA SU TEMPLANZA EN NOSOTROS!
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